23 noviembre 2012

Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente

¿Quién ha dicho que no se aprende nada en un gimnasio?

Esta mañana en el gimnasio, cuando me acababa de vestir para volver a casa, saludo a un señor que conozco de vista de los vestuarios y así le pregunto: "¿qué tal, a nadar un poco?" El hombre, de unos sesenta y tantos años de edad, y con un marcado acento del Cono Sur -argentino, chileno, uruguayo o paraguayo- me contesta: "sí, sí, hay que moverse, porque como dice mi madre, que es de allá de la parte de Galicia, camarón que se duerme se lo lleva la corriente." Ambos nos reímos y nos despedimos.
 
Aparte de la misma sabiduría que encierra dicha sentencia aforística, lo curioso del asunto es que momentos antes, cuando yo me estaba duchando, reflexionaba sobre el tipo de vida que nos ha tocado vivir, tan cambiante, tan incierta y que yo muchas veces, en un intento de entenderla y explicarla, toda vez que trato de adaptarme a ella de la mejor manera posible; había llegado a la conclusión metafórica de que la mejor manera de afrontar los cambios y vaivenes de estos tiempos es adoptar la actitud de un marino valiente que navegando en un mar proceloso no se amilana ante la tormenta y el fuerte viento; y por contra, coloca la palanca de potencia del motor en la posición de "a toda máquina" y determinadamente fija un rumbo conocido y hace todo lo que está en su saber para llevar el barco y su tripulación al puerto deseado.
 
Cómo decía el señor del vestuario, no hay que dormirse ni acomodarse; sino, se te lleva la corriente a destino incierto. Además, uniendo todo lo anterior y añadiéndolo a aquella frase que tan de moda está actualmente en sectores empresariales, políticos y comerciales; podríamos acabar diciendo que "hoy en día, el mayor riesgo que se puede tener, es precisamente el no asumir ningún riesgo."
 
Para que luego digan que en el gimnasio no se puede llegar a aprender nada profundo.

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